16 de abril de 2017

Pascua de Resurrección for dummies




Fue hace unos años cuando realmente “comprendí” esto del misterio de la resurrección. Cuando las cosas pierden sentido ante lo peor, cuando aparece la muerte y la desesperanza, cuando la oscuridad se apodera de todo. 

Nos enterábamos de la muerte de un estudiante de 11 años. Hace unas semanas habíamos asistido al funeral de otro que apenas bordeaba los 14. Situaciones fortuitas que nos confrontaban con la muerte sin sentido. Si es que la muerte puede tener alguno. ¿Cómo acompañas en el dolor a esos niños? Recuerdo las palabras de Julio en ese momento. En el silencio sepulcral de la capilla, donde se escuchaba solo los sollozos de los compañeritos. El cirio encendido. Cuando no existe palabras de consuelo. Simplemente, abrió la Biblia y leyó el texto: “Yo soy la luz del mundo, el que cree en mí, aunque muera, no morirá”... Evangelio de Juan.  Hizo que los chicos trajeran unos papelógrafos y dibujaran todo lo que recordaban de su amigo. Luego, cada grupo fue compartiendo lo realizado. El silencio y el dolor por un instante se convirtió en conversación y risas. Asomó de manera extraña atisbos de alegría. Estaba vivo, sus recuerdos le retornaban la vida...Y luego la frase "ahora él vive en ustedes”.

En el otro entierro, unas semanas atrás, Julio había repetido esa frase al final del funeral, mientras se acercaba  a los padres desconsolados del primer estudiante. Ellos, con el llanto atragantado, aferrados a una imagen de la virgen que el pequeño les había regalado; se agarraban a él como quien se aferra al último vestigio de la vida del hijo muerto. Entonces, la frase resonó en ellos con la fuerza de un rayo:  “No hay palabras de consuelo para acompañar su dolor, sólo quiero decirles, que su hijo hoy está más cerca de ustedes y más vivo que nunca. Porque hoy está en el corazón de ustedes y vive ahí, está en ustedes”.  Entonces fue como si algo se hubiera despejado en mi mente racional y en mis cuestonamientos heredado de adolescente.. Qué ausencia más grande la que nos deja la partida de alguien. Pero la memoria evoca la vida en medio del sinsentido y el vació de la muerte, esa que nos arrebata la certeza de nuestra humanidad. Pero entonces,  los que ya no están ¿viven en nosotros?. ¿Es lo que Jesús decía no?. Esa manera de ver a Dios  que no funciona como una droga que adormece. Ni tampoco como una explicación fantasiosa, ni siquiera como un dogma. Es la afirmación que sale desde lo profundo del corazón. La afirmación de la vida que se niega a morir. La afirmación de la existencia. El vacío se enfrenta con la Presencia. Pero solo la experiencia del dolor de los hermanos más pequeños, me ayudaron a comprender. Me imagino a los discípulos rezando profundamente. Evocando la memoria de Jesús, la presencia de Jesús, no solo sus enseñanzas, sino también su testimonio. Y entonces esa experiencia de oración compartida, de acompañarse en el dolor y en el sufrimiento. Escondidos por el miedo, recurriendo a lo único que les sonaba más fuerte del maestro…”oren”… “oren”… Entonces, algo se siente, se infla el corazón, sopla desde ahí con toda la vitalidad…y su memoria se hace recuerdo presente una y otra vez…Memorial…Y la única manera de describir lo vivido, cuando  sientes esa presencia traquilizadora, abarcante es…nada…sólo caer de rodillas, como Tomás, afirmando “Señor mío y Dios mío”. Y luego  sales a gritar “está vivo, ha resucitado”. Y esa experiencia hace dos mil años, la sentí ese día en esa capilla dominada por la muerte y la desesperanza. Y la certeza que cualquiera puede experimentar la resurrección, "no está muerto, sigue vivo entre nosotros". Y el cuerpo de Jesús no es prueba de nada. Nunca buscó serlo. Los discípulos lo sabían, por eso las narraciones del sepulcro vacío son tan contradictorias para la época, porque no interesa quedarse en el sepulcro buscando el cuerpo de un muerto. Hay que salir de la tumba, y anunciar la vida.
Y entonces recuerdo la frase, esa que se dice una y otra vez, después de la consagración en la eucaristía…”Este es el Sacramento de nuestra fe”. (Esto es lo más importante)…y todos respondemos…"Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección" Eso es lo central de nuestra experiencia de fe. O debería serlo…

Confieso que al menos un par de obispos peruanos me generan repulsión, los siento tan alejados, y con todo el entusiasmo de Francisco, es difícil que logre hacer reformas que se sean hoy tangibles. El, muchas  veces también es parte del problema. Pienso entonces en aquellos que me transmitieron su experiencia de fe...Mi madre, mi nana, mi abuela, Vicente, Julio, tantos otros.  Y por más obispos estúpidos que haya, por más que la doctrina esté desfasada y tengamos que seguir luchando cada día.  A pesar de que las mujeres sean la cola del catolicismo, y la población LGBT sea atacada por los fariseísmos de la institucionalidad eclesial, no nos arrebatarán la experiencia de la resurrección.  Y seguiremos gritando y anunciando…porque el Dios del amor ha vencido la muerte, el temor, la desesperanza. Y nos acoge a TODOS, a pesar de todo lo que hayamos hecho o dejado de hacer. Y ese Dios de Jesús llega a todos y para todos, con libre invitación. 


Feliz Pascua de Resurrección.

Nota: Imagen tomada del FB de José Enrique Rodríguez. 

5 de marzo de 2017

El Desafío a la marcha del 4 de marzo


Lo que veo es la construcción de un enemigo al cual estigmatizar: el malo a quien odiar. El enemigo es feo, sucio, vil, es una amenaza. Falta de empatía, dificultad de ponerse en los zapatos del otro. Odio visceral. Mucho miedo al “desconocido” al que no es igual. Ignorancia y falta de educación: “Mis hijos los educo Yo”. Ahí está el resultado: Falacias, desconocimiento científico, desconocimiento legal, desconocimiento histórico, desconocimiento bíblico histórico. Ergo, opiniones sin razonamiento ni cuestionamiento. Dominio de los prejuicios y la intolerancia. Y de la mano: la matonería, la agresión, el insulto. Pues aquí la paradoja… Salen a defender la educación haciendo una muestra de una educación formal, familiar y social que no ha desarrollado varias  dimensiones: comprensión lectora, análisis de la realidad, pensamiento crítico, tolerancia, empatía. En síntesis…la ignorancia se apodera una vez más.. Y es transversal, en todos los estratos.

Y ahí es donde tenemos un deber. 
Como ciudadanos, hablar sin temor pero con razonabilidad. Fomentar la discusión, la lectura, dar razones. Argumentos válidos y razonables. Las opiniones sin argumentos se vuelven mentiras. Critica, cuestiona, duda. Duda de lo que yo mismo te tengo que decir. De lo que crees. No tengas miedo. No tengamos miedo de enseñar eso. A tus hijos e hijas, a tus sobrinos y sobrinas.

Como creyentes, si es que lo somos. Dar razón de nuestra fe. La religión puede ser bella muestra de un vínculo con lo trascentendente, con lo divino. Pero una religión que se ciega en sus dogmas y olvida lo central, se vuelve vil, manipuladora, se asienta en la ignorancia, en el miedo y en la obediencia sin cuartel. Y se vuelve despreciable. Droga del pueblo. Esa es la que hay que combatir, porque esa es la perversión de la religión (la que denuncia Marx y Freud, que tanto miedo le tienen esos perversos creyentes que han perdido el centro de la experiencia religiosa de la fe). Entonces, no tengas miedo a ver lo humano y antropológico de la experiencia religiosa. Te volverá más humilde y te acercará a lo divino. Y despertará tu sabiduría y tu tolerancia. Los sabios religiosos son tolerantes con lo diverso, cálidos con el extranjero, acogedores con el desconocido. ¿Lo hemos olvidado?

Como católico, si lo eres: Hay profundos desafíos, más aún después de lo visto en estos días. Los cristianos más fundamentalistas unidos a los católicos más conservadores. Los obispos, una vergüenza y una desilusión una vez más. El de Arequipa y Lima me generan repulsión, ira, pero más aún lastima. Porque desprecian a otros seres humanos en nombre de Dios. En nombre del Dios de Jesús. En el nombre de la “doctrina del amor”. La conferencia episcopal se presta al juego… Es vergonzoso… Los nuevos fariseos a los que Jesús tanto cuestionó. “Sepulcros blanqueados” los llamó  porque dentro se esconde la miseria, los gusanos, la pobredumbre.

Yo quiero una iglesia tolerante, inclusiva. Que busque la igualdad. Y eso está en el mensaje de Jesús. Y entonces, la doctrina es la que debe de cambiar. Y eso no es ser hereje. Leamos más, no le tengamos miedo a lo que la ciencia tiene que decir. Conozcamos los contextos bíblicos para poder opinar con conocimiento. Demos razón de la fe. Eso es lo que nos demanda estos tiempos. Fe coherente, razonable. No fe dogmática. Sino la que nace de la experiencia del encuentre de Dios a la manera de Jesús en el corazón de cada uno de nosotros. La que habla de la misericordia y el perdón. Esa fe que debe de nutrirse también de un conocimiento de la historia y la antropología de los hechos bíblicos.

Hay una visibilización de los grupos que antes eran invisibles y hay un leve, muy leve camino avanzado. De otro modo no se explican las respuestas tan agresivas, rabiosas, virulentas e intolerantes. Hay que seguir. Seguir y seguir.


Lee, abre tu mente, sin miedo, mira la realidad, compara, argumenta y sólo ahí construye opiniones con argumentos válidos. Y obliga a que los otros hagan lo mismo. Es nuestro deber. Como ciudadanos…como creyentes…como católicos. 

15 de febrero de 2017

Sodalicio: Chip, Calvario y pesadilla


Ayer el Sodalicio de Vida Cristiana presentó oficialmente el informe que da cuenta de lo que ya se sabía: varios de sus miembros comprometidos en abusos contra jóvenes y menores. ”Desconfía de los santos, así sea de los de verdad” decía el filósofo Savater en la introducción a su libro “Ética para Amador”.  Algunas reflexiones a partir del titular de hoy aparecido en el diario La República:

1.     Estos hechos constituyen una vergüenza de la Iglesia que salpica a todos los creyentes. Hay que reconocer que esto es parte de la Iglesia de la que formamos parte. Pedir perdón y sentir vergüenza.
2.   Si bien el gobierno del Sodalicio ha reconocido estos abusos, esto llega tarde después de años de reclamo de las víctimas y de años de encubrimiento. Vergüenza y cobardía.
3.  Todos los que alguna vez oímos algo del SVC, escuchamos en algún momento esas historias que nos parecían raras y algo retorcidas: La obsesión persecutoria enfermiza para su “captación” de jóvenes miembros, su racismo escondido, su selectividad socioeconómica. Las historias de manipulación psicológica en sus retiros para descubrir la “voluntad de Dios”,  el terrible aislacionismo al que sometían a los miembros que se distanciaban de ellos. Las historias de San Bartolo. Nada es nuevo. Se sospechaba, pero la magnitud del escándalo es tal que se han visto ellos mismos obligados a publicar lo que durante años ocultaron. Lo peor que revela esto, es que no son hechos aislados, sino que constituyeron una práctica sistemática y tolerada.
4.   ¿Es posible separar los casos de la institución? Parece ser que esa es la tentación y a la vez el gran problema. El SVC, y todos aquellos cercanos a ellos tienen que darse cuenta que su propia estructura, su manera de pensar, su estilo de adoctrimaniento, la manera de establecer las relaciones entre los miembros, todo eso ha estado torcido y retorcido. Lo que se re-tuerce se per-vierte. La estructura, las maneras, la cultura es pervertida. Y luego, se crea un entorno fácilmente capaz de pervertir: porque el culto al líder y la obediencia ciega lleva al abuso y a la manipulación. Mientras el SCV no se dé cuenta de eso seguirá anidando una y otra vez el abuso disfrazado de santidad. Pero, ¿Cómo cambiar algo que está en tu ADN?
5.  Una de las estrategias  del Sodalicio siempre ha sido el aislamiento. Encontrar al apestado y culparlo o quemarlo.  Somos inocentes porque ya nos deshicimos del causante de las penas. Lo hicieron con Doig. Ahora lo hacen con Figari. Se saben que aún hay otros 3 cuyos nombres no ha sido revelados. Pero el problema alcanza a muchos de los que hoy dirigen esta organización. ¿Es posible aislar, cuando uno mismo fue parte y cómplice de los hechos? Muchos sabían y callaron. Eso no cabe duda. ¿Serán capaces no sólo de reconocer que son co-responsables, sino que hay que responder legal y moralmente por eso? Es otro de los desafíos de Moroni. Presiento que él se sabe también responsable y culpable, pero la negación tal vez pueda más ¿Estará a la medida? 
6.       En la cultura católica eclesial, el carisma del fundador inspira al movimiento y a la organización. Sin carisma no hay institución. Qué le va a quedar ahora al SVC. No se pueden separar las ideas de los actos de los fundadores, pero además, Figari construyó una institución de culto a su personalidad. Él era el SVC . ¿Es posible reinventarse? Bueno en estos tiempos todo puede ser posible. Pero entonces ¿Será reinventarse siguiendo con las viejas estrategias de las verdades a medias y ocultar la verdad detrás de la obediencia y la falsa santidad?
7.    El sodalicio constituye, hoy por hoy, de las peores cosas que le han podido ocurrir a la Iglesia Peruana. Esperemos que sus miembros reconozcan esa vergüenza en su historia. Pero peor aún, la propia Iglesia institucional eclesial se vuelve cómplice con una tibia resolución enviada desde Roma hace unos días. Frente a eso, el gesto de Moroni queda como valiente, obvio. Pero ¿Es un gesto valiente o un gesto desesperado de tratar de salvar a la institución?. ¿Les interesan las víctimas o salvarse lo mejor que puedan?
8.   Lo que más me apena es el silencio cobarde de muchos de sus miembros y muchos de aquellos cercanos a la institución. No los he oído denunciar, gritar, escandalizarse. Mudos, callados, atónitos. Esperando la solución de la cabeza. Víctimas una vez más de ese silencio cómplice que domina y manipula. Una vez más, es el chip. La institución tiene el chip de manera transversal. Pero eso no los exime. Y la palabra suena una y otra vez en mi cabeza:  “Cobardes”.