15 de febrero de 2017

Sodalicio: Chip, Calvario y pesadilla


Ayer el Sodalicio de Vida Cristiana presentó oficialmente el informe que da cuenta de lo que ya se sabía: varios de sus miembros comprometidos en abusos contra jóvenes y menores. ”Desconfía de los santos, así sea de los de verdad” decía el filósofo Savater en la introducción a su libro “Ética para Amador”.  Algunas reflexiones a partir del titular de hoy aparecido en el diario La República:

1.     Estos hechos constituyen una vergüenza de la Iglesia que salpica a todos los creyentes. Hay que reconocer que esto es parte de la Iglesia de la que formamos parte. Pedir perdón y sentir vergüenza.
2.   Si bien el gobierno del Sodalicio ha reconocido estos abusos, esto llega tarde después de años de reclamo de las víctimas y de años de encubrimiento. Vergüenza y cobardía.
3.  Todos los que alguna vez oímos algo del SVC, escuchamos en algún momento esas historias que nos parecían raras y algo retorcidas: La obsesión persecutoria enfermiza para su “captación” de jóvenes miembros, su racismo escondido, su selectividad socioeconómica. Las historias de manipulación psicológica en sus retiros para descubrir la “voluntad de Dios”,  el terrible aislacionismo al que sometían a los miembros que se distanciaban de ellos. Las historias de San Bartolo. Nada es nuevo. Se sospechaba, pero la magnitud del escándalo es tal que se han visto ellos mismos obligados a publicar lo que durante años ocultaron. Lo peor que revela esto, es que no son hechos aislados, sino que constituyeron una práctica sistemática y tolerada.
4.   ¿Es posible separar los casos de la institución? Parece ser que esa es la tentación y a la vez el gran problema. El SVC, y todos aquellos cercanos a ellos tienen que darse cuenta que su propia estructura, su manera de pensar, su estilo de adoctrimaniento, la manera de establecer las relaciones entre los miembros, todo eso ha estado torcido y retorcido. Lo que se re-tuerce se per-vierte. La estructura, las maneras, la cultura es pervertida. Y luego, se crea un entorno fácilmente capaz de pervertir: porque el culto al líder y la obediencia ciega lleva al abuso y a la manipulación. Mientras el SCV no se dé cuenta de eso seguirá anidando una y otra vez el abuso disfrazado de santidad. Pero, ¿Cómo cambiar algo que está en tu ADN?
5.  Una de las estrategias  del Sodalicio siempre ha sido el aislamiento. Encontrar al apestado y culparlo o quemarlo.  Somos inocentes porque ya nos deshicimos del causante de las penas. Lo hicieron con Doig. Ahora lo hacen con Figari. Se saben que aún hay otros 3 cuyos nombres no ha sido revelados. Pero el problema alcanza a muchos de los que hoy dirigen esta organización. ¿Es posible aislar, cuando uno mismo fue parte y cómplice de los hechos? Muchos sabían y callaron. Eso no cabe duda. ¿Serán capaces no sólo de reconocer que son co-responsables, sino que hay que responder legal y moralmente por eso? Es otro de los desafíos de Moroni. Presiento que él se sabe también responsable y culpable, pero la negación tal vez pueda más ¿Estará a la medida? 
6.       En la cultura católica eclesial, el carisma del fundador inspira al movimiento y a la organización. Sin carisma no hay institución. Qué le va a quedar ahora al SVC. No se pueden separar las ideas de los actos de los fundadores, pero además, Figari construyó una institución de culto a su personalidad. Él era el SVC . ¿Es posible reinventarse? Bueno en estos tiempos todo puede ser posible. Pero entonces ¿Será reinventarse siguiendo con las viejas estrategias de las verdades a medias y ocultar la verdad detrás de la obediencia y la falsa santidad?
7.    El sodalicio constituye, hoy por hoy, de las peores cosas que le han podido ocurrir a la Iglesia Peruana. Esperemos que sus miembros reconozcan esa vergüenza en su historia. Pero peor aún, la propia Iglesia institucional eclesial se vuelve cómplice con una tibia resolución enviada desde Roma hace unos días. Frente a eso, el gesto de Moroni queda como valiente, obvio. Pero ¿Es un gesto valiente o un gesto desesperado de tratar de salvar a la institución?. ¿Les interesan las víctimas o salvarse lo mejor que puedan?
8.   Lo que más me apena es el silencio cobarde de muchos de sus miembros y muchos de aquellos cercanos a la institución. No los he oído denunciar, gritar, escandalizarse. Mudos, callados, atónitos. Esperando la solución de la cabeza. Víctimas una vez más de ese silencio cómplice que domina y manipula. Una vez más, es el chip. La institución tiene el chip de manera transversal. Pero eso no los exime. Y la palabra suena una y otra vez en mi cabeza:  “Cobardes”.

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