8 de abril de 2012

A 20 años del 5 de abril : democracia y educación ciudadana ¿Qué hemos aprendido?

1992, fue mi último año del colegio. Recuerdo con mucha claridad esa época. No solo por los imborrables recuerdos de esa época de adolescente, sino también por la impresión de que no se avanzaba hacia ningún lado, que el terrorismo iba avanzando cada vez más y que la situación de descontrol se hacia cada véz más evidente.




Recuedo al Presidente Fujimori en su mensaje televisivo, con la famosa palabrita "disolver". Recuerdo que al día siguiente, iba rumbo al colegio, y me encontré en el camino con mi mejor amigo. Ambos estudiábamos, en uno de los considerados mejores colegios privados de Arequipa. Comenzamos ha hablar, y ambos aprobábamos la medida del Presidente. Con una situación de anarquìa y descontrol, por fin alguien imponía un poco de control y atacaba de raíz el problema de un país con una clase política incompetente y un congreso que no era capaz de plantear soluciones a esos tiempos de crisis y necesidad. Lo creímos nosotros, y lo creyó el 80% de peruanos que apoyó y simpatizó con la medida.




Recuerdo que en el colegio nadie hizo una reflexión al respecto. Nadie nos habló de lo que significaba el estado de derecho, de lo que significaba el quiebre institucional, del riesgo que esa medida podía tener en el largo plazo. El profesor de Economía Política se limitó a seguir hablando de Adam Smith y el de Historia no hizo ningún comentario al respecto. Ni siquiera aquellos docentes que sentíamos más cercanos tuvieron una voz reflexiva al respecto. No debatimos, no cuestionamos, no pensamos...no despertaron en nosotros ni la más mínima pregunta del por qué. Tal vez ellos tampoco lo sabían, tampoco lo pensaron, tampoco los educaron para reflexionar sobre estos temas. Y nosotros formábamos parte de ese pequeño grupo sobreviviente de esa clase media agobiada por años de crisis que todavía podía tener el lujo de las mejores propuestas educativas en la segunda ciudad más importante del país.




Y nadie nos dijo nada...Y nadie pensó más allá. Nadie nos dijo que los Golpes de Estado son dañinos, vengan de civiles o de militares. Este no era el golpe de estado del General Velasco, al contrario, asi que podíamos estar tranquilos. Esto no era como Pinochet, que recién hacia dos años que había dejado el poder en Chile. De hecho, creo que en el fondo envidiábamos la prosperidad del cercano país del sur. Nuestro sueño era poder irnos de viaje de promoción hasta Santiago, y nuestra memoria e inteligencia no alcanzaba a entender las barbaridades que ese régimen cometió.




Hacia tres años que Charles Taylo había publicado su libro "Las Fuentes del Yo" y "La Ética de la Autenticidad", pero nadie nos habló del término "Dictadura Blanda" : Cuando una sociedad está dispuesta a renunciar a ciertos derechos fundamentales, con el fin de que el Estado garantice el bienestar económico de los ciudadanos". De hecho, no recuerdo nadie cercano que se hubiese referido a este hecho del 5 de abril con el término "dictadura". Los congresistas que lo usaban en la televisión parecía que les faltaba un tornillo mientras los mojaba la policia, o los soldados los empujaban fuera de los límites del congreso. ¿Dictadura en elPerú? Que gran absurdo.




Dos años después, cuando llegué a Lima, conocí a personas que se hallaban vinculadas a temas de ciudadanía y derechos humanos, y empecé a escuchar de institucinalidad, de estado de derecho, de ciudadanía, y esas cosas que eran nuevas en mi idioma. Recien a los 20 años empecé a ser conciente del gran daño que esa medida le había hecho al país en el largo plazo.




Luego empezaron a hablarse de los desaparecidos, y también fui escéptico al principio. Creo que todo dio vuelta para mi cuando se dio la Ley de Amnistía, y por primera vez asistí a una marcha frente al congreso. Siempre había asociado eso a cosa de obreros comunistas y sindicalistas que no quieren trabajar. Lo curioso es que en ese plantón frente al congreso me encontré con universitarios de clase media, incluso religiosas que tal vez, lo único de sindicalistas que tenían era el lugar de residencia en algún pueblo jóven en las periferias de Lima.




Luego vinieron otras marchas, y la salidas a las calles de los universitarios, los golpes de la policía a un compañero en una de ellas. Recuerdo haber entrado a la plaza de armas con las manos pintadas de blanco en alguna de esas marchas. Recuerdo la sensación de temor frente a palacio,


personas en moto tomándonos fotos, alguien filmando desde palacio, mi madre, una docente jubilada con sus amigas, lavando la bandera, cuando eso era un gesto de valentía y de dignidad, y no la payasada en que muchos la convirtieron después..llegando a la estupides de poco mas convertir la pileta de la plaza mayor de alguna ciudad en lavabo de pañales y frazadas.




El 5 de abril, daño la institucionalidad, tan frágil históricamente en nuestro país, destruyó los partidos políticos, y seguimos viviendo las consecuencias de ello, promovió la corrupción sin control.




Pero lo más terrible, junto a las víctimas inocentes, fue el daño moral que nos hizo como país. Nos volvimos un país en el que la lección para jóvenes y adolescente era simplemente que la impunidad, que todos teníamos un precio. Tarde o temprano, pondríamos un precio a nuestros valores, a nuestros principios, a nuestros derechos. Y eso contagió la desconfianza y agudizó el pesimismo que arrastramos y arrastraremos por varios años más.




20 años después me pregunto en qué hemos avanzado, y en qué nos falta avanzar. Creo que hemos avanzado en educación ciudadana, en el conocimiento de nuestros derechos, en la promoción de las organizaciones ciudadanas y en el valor que tienen para la democracia y para la participacion de los ciudadanos. Creo que el hecho de que sean cada vez menos peruanos los que consideran un golpe de estado como una salida viable a situaciones de crisis, es también una muestra de avance en tema de democracia.




Sin embargo, estas son cosas que se tienen que seguir avanzando. Promover aun más el conocimiento de nuestros derechos, pero también reconfigurar nuestros símbolos de celebracion ciudadanos, tantas veces tan cercanos a las celebraciones militares. Pero sobretodo, incidir en la formación de docentes que ayuden a desarrollar pensamiento crítico y proactivo en sus estudiantes. Que se pregunten los por qué y que contagien esos por què. Que promuevan el diálogo, el respeto, que rompan el tabú absurdo y el temor de que un docente pierde la autoridad cuando un estudiante pregunta y confronta.




En mis clases de Cívica en los años 2000 y 2001, todavía era dificil hablar de eso en las clases...recuerdo haber encontrado la lectura de Hamah Arendt, y reflexionar que no es lo mismo dictadura que principio de autoridad. Que libertad no es anarquía y que respeto a la ley no es bota, patada o golpe. Creo que por aquí va el camino en este tema...para que lo que va pasando, no nos lo creamos asi por asi, y que lo evidente, se vea, mas allá de las cortinas de humo que nunca faltan...porque el mal siempre se desliza con sigilo y astucia.




No hay comentarios.: